lunes, 18 de octubre de 2010

La importancia de los detalles

“¿No sería mejor que fuéramos a la habitación?” preguntó tímidamente.
“¿Porqué a la habitación?” ¿Para qué necesitas la habitación?” se rió la chica.
No sabemos porqué se rió. Fue una risa inútil, casual, producto de la timidez. Pero a Jaromil le hirió, tuvo miedo de haber dicho alguna tontería, de que su predisposición de ir a la habitación hubiera puesto en evidencia su ridícula falta de experiencia. De repente se encontró completamente abandonado, se hallaba en una habitación ajena, bajo la luz inquisitiva de una lámpara que no podía apagar, con una mujer que se reía de él.
Y en aquel momento supo que aquel día no haría el amor, se sentía confundido y se sentó en el sofá sin decir palabra, aquello le daba lástima, pero también lo tranquilizaba, ya no estaba obligado a pensar si apagar o no apagar la luz, en cómo hacer para desnudarse, y estaba contento de que no hubiera sido culpa suya, no debía haberse reído de aquella manera tan tonta.
-¿Qué te pasa? – le preguntó
Nada –dijo Jaromil y se dio cuenta de que si se hubiera puesto a explicar por qué motivo estaba ofendido, el ridículo habría sido aún mayor. Pero se contuvo, la levantó del sofá y comenzó a contemplarla detenidamente (quería convertirse en dueño y señor de la situación y le pareció que el que contempla  es dueño y señor del contamplado) , después dijo –Eres bonita.
La chica levantada del sofá en que hasta ese momento había yacido en una espera tensa, pareció repentinamente liberada, volvió a ser conversadora y a sentirse segura de sí misma. No le importó que el chico la observara (quizás le pareció que el contemplado es dueño y señor del que contempla) y finalmente le preguntó:
-¿Soy más bella desnuda que vestida?
Hay una serie de preguntas femeninas clásicas, con las que todo hombre se encuentra a lo largo de la vida, y la escuela debería preparar a los hombres para estos casos. Pero Jaromil, como todos nosotros, había ido a escuelas deficientes y no sabía qué contestar, intentó adivinar qué era lo que la chica deseaba oir, pero no estaba seguro: la chica aparecía vestida delante de la gente y según eso debería producirle satisfacción que le dijera que estaba más bonita vestida, pero por otra parte la desnudez es como un estado de veracidad corporal y de acuerdo con eso debería gustarle más que le dijera que era más bonita desnuda.
-Eres bonita desnuda y vestida- dijo, pero la joven no quedó nada satisfecha con ese tipo de respuesta. Paseaba por la habitación, se le mostraba y lo obligaba a que respondiese sin excusas. Quiero saber cómo te gusto más.
Con estas precisiones la pregunta era ya más fácil de responder, cómo los demás solo la conocían vestida, le había parecido poco cortés, un momento antes, decir que vestida era menos bonita que desnuda, pero si ahora le preguntaba su opinión subjetiva, podía decir sin temor  que a él le gustaba más desnuda porque así le daba a entender que la amaba tal cual era y no le interesaba nada de lo que pudiera adornarla
Parece que su respuesta  no fue mala, porque la universitaria, cuando oyó que era más bonita desnuda, reaccionó muy positivamente, ya que no se vistió hasta que Jaromil se fue, lo besó muchas veces y cuando se iba (eran las once menos cuarto, mamá estará contenta) le susurró al oído junto a la puerta : “Hoy me he dado cuenta de que me quieres. Eres muy bueno. Me quieres de verdad. Sí , así todo ha sido mejor. Vamos a seguir guardando ese momento para un poco más tarde, vamos a seguir deseándolo otro poquito”.

La vida está en otra parte - Milan Kundera

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