domingo, 17 de octubre de 2010

Definiéndose

-Tengo treinta y un años y llevaré un sombrero rojo de plástico - dijo la mujer.
"Uff" pensé. Había algo extraño en su modo de hablar, algo que me confundía momentáneamente. Pero no podía explicar con claridad qué había de extraño en lo que había dicho. Tampoco podía decirse que una mujer de treinta y un años no pudiera llevar un sombrero rojo de plástico.
-De acuerdo- dije- Creo que la reconoceré.
-¿Podría decirme, por si acaso, alguna característica de su aspecto físico? -preguntó la mujer. Pensé  en las posibles características de mi aspecto. ¿cuáles deberían ser mis características?
-Tengo treinta años. Mido un metro setenta y dos, peso sesenta y tres kilos y llevo pelo corto. No uso gafas.
Mientras hablaba se me ocurrió que no se le podían llamar precisamente rasgos distintivos. En la cafetería del hotel Pacific de Sinagawa es probable que hubiese unas cincuenta personas con esta apariencia. Necesitaba una característica distintiva que saltara a la vista. Pero no se me ocurría ninguna. Por supuesto, no se podía decir que yo no tuviera características específicas. Estaba en paro y me sabía de memoria todos los nombres de los hermanos Karamazov. Pero obviamente eran cosas que no podían apreciarse desde el exterior.
¿Qué ropa llevará usted? preguntó la mujer.
-Pues ...no podía pensar con claridad- No lo sé. Aún no lo he decidido. Es que ha sido todo tan repentino.
Entonces, póngase una corbata de lunares -dijo ella con tono resuelto- ¿Tiene usted una corbata de lunares?
-Sí, me parece que sí.
Tenía una corbata azul marino con pequeños lunares de color beige. Me la había regalado mi mujer dos o tres años atrás para mi cumpleaños.
-Entonces, -¿será tan amable de ponérsela? Y le agradezco de nuevo su amabilidad para aceptar encontrarse conmigo a las cuatro - dijo la mujer. Y luego colgó.

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo - Haruki Murakami

No hay comentarios:

Publicar un comentario